Con esto de la "presunta" muerte (pues nadie ha visto fotos del cadáver) de Bin Laden estamos todos más contentos que unos niños con zapatos nuevos; además, se han reunido en pocos días la boda de Eduardo y Kate, la beatificación de Juan Pablo II, el 1 de mayo y la celebración del "día de la madre".
Dentro de la natural alegría de saber que, al menos por ahora, el terrorismo radical islamita está descabezado no hay que perder de vista que queda el lugarteniente, un egipcio que dicen que es peor -si se puede- que el propio Bin y que puede ocasionar algún que otro "disgustillo" cuando menos lo esperemos.
Sé que no se puede juzgar a todos los ciudadanos por culpa de unos pocos, pero me temo que ahora miraremos con recelo a cualquier ciudadano musulmán (incluso al que le compramos la carne) porque todos sabemos el poder de infiltración que tienen en Europa, y ya lo dijeron con ocasión de las caricaturas de Mahoma: "Europa es el cáncer y el Islam la medicina".
No nos extrañemos, pues, si cualquier día -Alá, Jehová, Yahvé o Dios no lo quieran- nos llevamos tal susto que lo de las "Torres Gemelas" va a parecer un Parque de Atracciones. Y el que avisa no es traidor.
MALALENGUA